Realizar un relevamiento previo de los laboratorios que se desempeñaban en el mercado, para tener certeza de la existencia de los mismos.

La tarea se inició sabiendo que existían personas que lucraban gracias al descontrol existente, emitiendo protocolos sin poseer laboratorio, ni título habilitante, sumándose a ellas algunos profesionales de la química y propietarios de laboratorios, que han contribuido a esta situación ya sea por acción o por omisión.

Se pretendía garantizar a los funcionarios públicos de las distintas áreas del quehacer nacional, como también a los profesionales de otras ramas, que detrás de un resultado de análisis existe un responsable, que además de contar con los instrumentos que se requieren para desarrollar las tareas, posee la idoneidad para hacerlo y que, en caso de no cumplir con su labor como corresponde, será detectado y sancionado de acuerdo a la gravedad de su accionar.

El emprendimiento, que se denominó COFILAB (Consejo de Fiscalización de Laboratorios), es hoy una realidad conocida en todo el país, con más de treinta laboratorios certificados y con la implementación de la estampilla de seguridad, la cual fue creada para garantizar -con su uso en los protocolos de análisis- el trabajo realizado en lugares capacitados operativamente para actuar como laboratorios de análisis químicos.

En este momento existen aún laboratorios que no cuentan con las instalaciones ni con los profesionales idóneos para realizar análisis y sin embargo dicen que trabajan correctamente. Existen laboratorios que emiten protocolos de análisis sin tener la capacidad operativa necesaria para realizar correctamente los ensayos que dicen hacer.

El laboratorio certificado por el COFILAB tiene el aval del Consejo Profesional de Química respecto de su capacidad operativa, cuenta con la garantía de la estampilla de seguridad que compromete al director técnico actuante con su trabajo, eliminando dudas y brindando la seguridad necesaria en un tema que hasta hoy era incierto.